En el momento de su beatificación, a las 10: 40 am, justo cuando se presento como reliquia la camisa ensangrentada que usaba aquel 24 de marzo de 1980, cuando fue cobardemente asesinado, apareció en los cielos como una señal divina, un halo solar coronando la ceremonia, un verdadero milagro, un fenómeno jamás visto en El Salvador, fue la señal de que desde lo alto Monseñor Romero nos estaba acompañando, y el cielo celebraba junto al pueblo tan emotiva e importante ceremonia. Beato Romero la voz de los sin voz, resucitaste en tu pueblo y ahora la iglesia católica reconoce tu vida y tu obra como ejemplo de cristiandad.
